Esta colección aborda, desde una perspectiva femenina, al cuerpo como objeto de deseo; lo íntimo, lo sensual, lo sexual y lo erótico, la corporalidad y corporeidad en un contexto contemporáneo.
Interpela al espectador al presentar escenas sin poses. Son momentos de intimidad, propios y comunes. Son parte de ese aspecto interno, esa disposición anímica y energética del encuentro con uno mismo y por qué no, con el otro. A veces, hay un guiño sutil a lo selvático, enigmático, natural y misterioso como la selva misionera plagada de cuentos fantásticos y de leyendas.
Es así que, cuando pinto, esos cuerpos y yo somos uno, pues en la tela también develo mi propia interioridad, mi alma.
Ese momento del día en que la luz del sol comienza lentamente a desaparecer para dar paso al ocaso y a la oscuridad, el cielo misionero explota en colores y contrastes. La selva se siente más oscura y enigmática, mientras que allá arriba…
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El espectáculo de la naturaleza de Misiones subyuga. Es cosmos dentro del cosmos, es caos ordenado. Es un ambiente cálido, húmedo y misterioso.
Los sonidos que emite el aire entre las plantas, los animales, ríos, arroyos y cascadas, los colores, los aromas te pasan por el cuerpo al contemplarla. Producto de esa experiencia maravillosa son las porciones de espacio que recorto.
Así, al atraparla en la tela el paisaje se vuelve un poquito mío, un poquito tuyo.
Así como en el mundo del silencio la telaraña comunica y emite mensajes, hoy, inmersos en el desarrollo tecnológico, el entretejido urbano se organiza y permite al hombre vivir mejor (¿?) y estar conectado, estar en red.
Pero en el ansia de ese desarrollo, el hombre teje telarañas descontroladas sin pensar en la contaminación que con ellas provoca.
Telarañas urbanas indaga buscando sistemas ocultos no observados en la cotidianeidad y que se re-descubren a través de la intrusión de la cámara, para después migrar, entre lo analógico y lo digital, en un diálogo inagotable de constante movilidad y adaptación.
Conocé mis muestras realizadas en Carrousel du Louvre
– París, Francia –
“Confesiones en 8+1: Declaraciones de la conciencia” es una invitación a explorar, desde el campo del arte, la intersección entre la influencia cultural y la identidad individual. A través de nueve obras, la artista Sandra Bonetti investiga cómo se configuran los patrones culturales, la construcción de la subjetividad y cómo conviven lo social y lo individual en los seres humanos.
El título de la muestra hace referencia al japa mala, el rosario hindú utilizado en la meditación y la recitación de mantras. El japa mala tiene un profundo significado espiritual y cuenta con un número sagrado que representa los ocho estados de conciencia que se deben transitar para alcanzar un noveno estado iluminado del ser: 8+1. Las 108 cuentas simbolizan los deseos mundanos que deben superarse para lograr la iluminación, y cada vuelta representa un ciclo completo de la vida. De manera similar, las obras de esta colección reflejan los estadios que atraviesan las personas para constituirse como individuos dentro de una cultura.
Cada obra explora, desde una perspectiva sensorial e introspectiva, la identidad, la energía, el karma, el deseo y la libertad. Bonetti crea referencias poéticas desde la automirada, alquimiza los antiguos patrones de moldería de su casa materna para resignificarlos y construir metáforas en sus obras. Indaga, a partir de su propia corporalidad, sobre la percepción del mundo. La artista combina lenguajes y materialidades del arte y otros campos, componiendo sus retratos mediante el montaje fotográfico y la impresión digital sobre tela, técnicas de bordado y costura manual, en una constante experimentación entre lo analógico y lo digital.
Propone un mapa de su propio cuerpo, poniendo en jaque el género tradicional del autorretrato en la historia del arte. En “Ceci n’est pas un corpo”, la artista indaga sobre la representación del cuerpo femenino. Al igual que en la obra de René Magritte, cuestiona la realidad de lo representado, pero en su obra el retrato del cuerpo femenino se carga de otros significados. La representación de un desnudo femenino está mediada por estereotipos y convenciones sociales. Bonetti afirma “esto no es un cuerpo” y abre interrogantes. Donde vemos un cuerpo se inscriben de diversas maneras las múltiples formas del “yo”, desmitificando las representaciones idealizadas y repensando la relación entre el cuerpo real, su imagen en el arte y la sociedad.
En “Vitruvia” la artista se apropia del ideal del “Hombre de Vitruvio” de Leonardo da Vinci, canon del cuerpo humano y del hombre como medida de todas las cosas. “Vitruvia” explora las representaciones del desnudo femenino, presentándolo al natural, en toda su sensualidad sin idealizaciones. Al hacerlo, la artista desafía la noción de que existe un estándar único y universal de belleza y proporción aplicable a todos los cuerpos, revelando cómo estos ideales excluyen las singularidades de los cuerpos reales. Bonetti utiliza estas icónicas obras de arte para repensar los estándares culturales de percepción y representación del cuerpo femenino en la cultura contemporánea, ofreciendo nuevas formas de ver y entender la identidad femenina. La negación del cuerpo y de las proporciones ideales de Vitruvio no es casual, la perfección e idealización del cuerpo se convierten en un espacio de conciencia y autoconocimiento.
En “Confesiones en 8+1” el cuerpo femenino es un espacio de indagación y transformación. Se libera de los estándares socio-culturales e inaugura nuevos territorios de reflexión sobre las corporalidades, las formas del “ser” y el autoconocimiento. Bonetti construye su propia cartografía identitaria y nos invita a ampliar la mirada para pensarnos en esa tensión: entre tradición e innovación, influencia y esencia, representación y presentación.
Marina Bosco
Curadora
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